domingo, 16 de septiembre de 2012

FIESTA CHICA DE MAILÍN



MONSEÑOR POLTI EXHORTÓ A PRACTICAR LA HUMILDAD Y SENCILLEZ DE JESÚS

El Obispo de Santiago del Estero presidió la misa central realizada en honor al Señor de los Milagros. En su homilía, Francisco Polti dijo que la celebración de este domingo “constituye una llamada para abrazar con amor las pequeñas o grandes cruces que se presenten en la vida”.

Publicado el 16/09/2012 - Ante cientos de fieles que llegaron a la villa para rendir honor al Señor de los Milagros, Polti celebró la misa y destacó las manifestaciones de amor y fe de todos los que peregrinaron para dejar sus intenciones y acciones de gracia.

“Nosotros, los cristianos, nos gloriamos en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Cuando nos acercamos a la imagen de Nuestro Cristo Crucificado y la besamos con piedad, experimentamos en nuestra vida el amor de Dios que se derrama a través de esa bellísima imagen de Cristo crucificado. Y es que en Cristo crucificado todos nosotros podemos poner nuestras tristezas y nuestras angustias. En Él ponemos nuestra fe y nuestra esperanza. También acudimos a Él con alegría a darle gracias y a alabarlo por los favores recibidos, porque en Él también tenemos puesto nuestro gozo”, destacó Polti durante la celebración.

Luego, el Obispo destacó: “Sabemos que es en Cristo Crucificado donde se resume maravillosamente quien es Dios. Mirando la Cruz del Señor es donde podemos decir. “Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”. Es en la Cruz de Cristo donde nosotros, abatidos, recibimos una palabra de aliento. Es en esa Cruz donde hemos comprendido que el dolor es como una semilla; con él se siembra algo nuevo en nosotros, sin que nosotros lo queramos. Quien no ha sufrido por algo o por alguien, no conoce ni ama ese algo ni a ese alguien”.

El religioso aseguró que quien cree en Jesús debe cargar con la cruz de cada día. “Esta fiesta de Nuestro Señor de los Milagros de Mailín constituye una llamada para abrazar con amor las pequeñas o grandes cruces que se presenten en nuestras vidas. La muerte, la enfermedad, las numerosas heridas que el hombre recibe en la carne y en el corazón, son cruces que se convierten para nosotros en una ocasión para dejarnos invadir más intensamente por la vida misma de Dios. Esas cruces que nos caen encima en el momento menos oportuno son nuestras cruces”, indicó.

“¿Qué respuesta debemos tener ante las cruces, ante el sufrimiento? ¿De agradecimiento, porque nuestras cruces son participación de la suya? ¿O sólo de resignación? Porque todo, y por tanto también la cruz, es fruto del amor infinito de Dios. Jesús nos enseña con su vida la respuesta ante la cruz. Estando en Getsemaní, padeciendo ya el comienzo de su Calvario, nos propone el modelo de toda oración de petición. En primer lugar vemos a Jesús dirigirse a su Padre: “Padre mío, si quieres, aparta de mi este cáliz”. Ora y pide al Padre que aparte de Él el cáliz de su profundo sufrimiento. Y lo hace con sangre, sudor y lágrimas. Con plena sinceridad”, agregó.


Luego dice: “Pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Lo último siempre la sumisión absoluta, la entrega total a Dios. Un agradecimiento profundo por todos los dones de Dios. Aceptación de las cruces, de los sufrimientos y, al final, de la muerte. Y, como última actitud, “hágase tu voluntad”. Aunque, en circunstancias puntuales, mirándole a Él y con sentimientos similares a los suyos, tengamos que decir también: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Dios Creador llama al hombre a la existencia por sí mismo y con su venida al mundo el hombre comienza, su “gran aventura”, la aventura de la vida. Cada ser humano existe como un ser único e irrepetible.

La pasión de Cristo está todo el año y todos los días en nuestras calles, en cada hombre o mujer que sufre. En cada uno de estos hermanos nuestros, Cristo "sufre y muere", pues se identifica con ellos. Toda deformación y cicatriz en el rostro del hombre es bofetada en el de Cristo.

Por ello, la vida y la muerte de Cristo son una invitación para nosotros a tener los sentimientos propios de Jesús. Su humildad y su sencillez debe ser nuestro estilo de vida; su transparencia, nuestra verdad; su serenidad, nuestra paz; su amor, nuestra entrega por los demás; su cruz, nuestro consuelo y nuestra esperanza.

La Cruz de Cristo nos insta a vivir de un modo nuevo, según el estilo de vida de Jesús. Renovemos hoy nuestra fe en el Señor, que murió por nuestros pecados. Afirmemos nuestra esperanza, porque la cruz es el pórtico de la Resurrección. Comprometámonos y aumentemos nuestro amor, porque en la cruz se mostró el amor que Dios nos tiene y en la cruz mostramos el amor que Dios nos da. Y que esta fiesta suponga para nosotros avanzar por el camino de la vida nueva.

Por último, el Obispo recalcó: “El 15 de septiembre conmemoramos la presencia de la Virgen al pie de la Cruz. A Ella le pedimos que este siempre junto a nuestra cruz. Que nos ayude a ser valientes para testimoniar, con nuestras palabras y acciones, la única y verdadera fe de Jesucristo, el Señor de la vida y de la historia. Así sea”.

Fuente: diariopanorama