jueves, 25 de julio de 2013

Francisco, en una favela de Río: "O Papa está com você"

“¡Qué bueno poder estar con ustedes aquí!”, fueron las primeras palabras pronunciadas por el pontífice a una verdadera multitud que, bajo la lluvia, ocupaba todo el campo de la canchita de fútbol de la favela Varginha donde se había montado el escenario.

El papa agradeció por el “amor, la generosidad y la alegría” con el que lo recibió el pueblo brasileño, en especial los más humildes, con “un cariño que nace del corazón”.

“Cuando somos generosos acogiendo a una persona, compartimos un poco de comida, no nos hacemos más pobres sino que nos enriquecemos. Siempre se puede colocar más agua en la feijoada” dijo, en relación a la típica comida brasileña.

“La verdadera riqueza no está en las cosas sino en el corazón”, agregó y consideró que "el pueblo brasileño, sobre todo los más humildes, pueden dar al mundo una lección de solidaridad, que es una palabra frecuentemente silenciada porque es incómoda”.

También se dirigió a las personas más pudientes, a las que pidió que “no se cansen de trabajar por un mundo más justo y solidario” porque “nadie puede permanecer insensible a las desigualdades que existen en el mundo”.

“No es la cultura del individualismo, que domina nuestras sociedades, aquella que construye un mundo más habitable" en contraposición a "la cultura de la solidaridad, ya que ningún esfuerzo de pacificación será duradero, no habrá armonía de felicidad en una sociedad, si hay personas dejadas al margen de la sociedad”.

“Una sociedad así se empobrece a sí misma. No dejemos entrar en nuestro corazón la cultura de lo descartable porque ninguno es descartable”, agregó.

Por último, les pidió a los jóvenes “que no se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que se apague la esperanza” y que “procuren ser los primeros en hacer el bien: no se acostumbren al mal”.

Francisco fue precedido en su discurso por un joven que le dio la bienvenida en nombre de todos los habitantes de la favela, que consideró que “este día cambió nuestra vida para siempre”.

Antes de subirse al escenario embanderado con los colores vaticanos y de más de 6 metros de altura, el papa recorrió varios metros a pie entre los fieles, e impartió bendiciones, besó y apretó las manos de centenares de fieles que lo aguardaban con verdadera devoción.

Previamente, Bergoglio estuvo en la capilla San Jerónimo de Varginha, que fue visitada por la madre Teresa de Calcuta en 1972, y un grupo de Misioneras de la Caridad le entregó un collar que hicieron los niños del lugar, en la zona de Manginhos.

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