domingo, 12 de julio de 2015

Francisco reitera su receta para los jóvenes: “¡Hagan lío, y organícenlo bien!”

La Costanera de Asunción lució colmada de jóvenes. (Paraguay) (AICA): El Papa mantuvo un encuentro con los jóvenes paraguayos, a los que alentó a tener un corazón libre para acompañar con esperanza a los demás, y les pidió cultivar la esperanza a pesar de las dificultades de la vida. El Santo Padre reiteró su pedido a los jóvenes para que “hagan lío”, pero les pidió que colaboren con los sacerdotes y responsables de comunidades. “¡Hagan lío, y organícenlo bien!


En el paseo de la Costanera asunceña, el papa Francisco mantuvo un encuentro especial con los jóvenes paraguayos, a los que exhortó a vivir con un corazón libre de las ataduras del mundo, ser solidarios con sus congéneres y propagar la esperanza a pesar de las dificultades de la vida. Antes de despedirse, reiteró la propuesta pastoral que ingenió en julio de 2013 ante los jóvenes argentinos, y les dijo: “¡Hagan lío, y organícenlo bien!”.

Antes de llegar al paseo ribereño, Francisco saludó a un grupo de jóvenes que se congregó en la nunciatura y le cantó el himno oficial de su visita al país. Agradeciendo la presencia, el Santo Padre rezó un Ave María con ellos y pronunció el tradicional “Recen por mí”.

Una vez en la Costanera, monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Villarrica del Espíritu Santo y responsable de la Pastoral Juvenil, dirigió unas palabras al Pontífice y luego cedió el micrófono a Manuel Saldívar y Liz Prietes, dos jóvenes que compartieron su testimonio y le transmitieron inquietudes.

Liz Fretes contó su historia de vida: es hija única, sus padres se distanciaron y su madre enfermó de Alzheimer. Se convirtió en una madre para ella, debido a la progresión degenerativa de la enfermedad. También a cargo del cuidado de su abuela, Liz sufrió al escasez de dinero y, ante ese dolor, encontró en Dios la fortaleza necesaria. También confesó sentirse tocada por Dios con esta oportunidad de ver al Papa en su país.

Antonio Saldívar contó, por su parte, que sus padres se vieron en la necesidad de entregarlo a otra familia en la capital debido a la pobreza con la que vivían. En Asunción, sufrió maltratos y laceraciones. “Fui explotado”, le dijo al Papa. También confesó que estuvo al borde de caer en las adicciones. Volvió al campo a trabajar, pero al poco tiempo su mamá falleció. Los jóvenes de la Pastoral Juvenil lo invitaron a un retiro espiritual y allí se encontró con Dios.

Un corazón libre
Luego de la proclamación del pasaje evangélico de las bienaventuranzas, un joven llamado Orlando se acercó a saludar al Papa y le pidió que rece para que cada uno de los presentes pueda ser libre. Los testimonios y este ruego conmovieron a Francisco, que decidió dejar de lado su discurso preparado e improvisó, en base a lo escuchado, un programa de vida para los jóvenes.

El Papa alentó a los jóvenes a rezar cada día para tener un corazón libre. Les dijo que, actualmente, “hay tantos lazos que atan el corazón y no dejan ser libre al hombre”, y especificó esta situación en la falta de medios para sobrevivir, la proliferación de la droga, la tristeza extendida y otras cosas que “quitan la libertad”.

“¡Todos juntos, agradeciéndole a Orlando, tengamos el corazón libre para decir lo que piensan, lo que sienten y poder hace lo que piensan y sienten, porque ese es un corazón libre!”, exclamó antes de invitar a rezar todos juntos para que los jóvenes “no sean esclavos de las trampas del mundo, de la comodidad, del engaño, de la buena vida, de los vicios y de ‘esa falsa libertad que consisten en hacer lo que me gusta en cada momento’”.

Solidaridad para acompañar
Ante las historias de vida de estos jóvenes, el Papa dijo: “Liz nos enseña que no hay que ser como Poncio Pilato: no hay que lavarse las manos. Ella podría haber puesto a su madre o su abuela en un asilo, pero dijo ‘no’. Liz se convirtió en sierva, en servidora, ¡en sirvienta! ¡Y lo hizo con cariño! Ella quemó su vida hasta los 25 años sirviendo a su mamá y a su abuela. ¿Sola? ¡No! Una tía y sus fueron como dos ángeles que le daban fuerza para seguir adelante; eso se llama solidaridad”.

El obispo de Roma aseguró que la solidaridad que recibió la joven le ayudó a salir adelante. “Liz tiene la gracia que Orlando nos hacía pedir: tiene un corazón libre. Liz cumple el cuarto mandamiento, porque honró a su padre y a su madre. Tuvo un altísimo grado de libertad”, opinó.

Esperanza para luchar la vida
“A Manuel no le regalaron la vida”, sostuvo el Papa. “Manuel no es un nene bien, no fue un chico a quien la vida le fue fácil. Fue explotado, maltratado, estuvo en riesgo de caer en las adicciones, estuvo solo. Y en vez de salir a hacer maldades, de salir a robar, se fue a trabajar”, reconstruyó el Papa en base al discurso del chico.

“¿Cuántos jóvenes tienen la posibilidad de estudiar, de sentarse a comer en familia? Todos los que lo tienen, digan ‘¡Gracias Señor!’. ¡Señor, salvá a esos chicos y chicas que están en esa situación! Y para nosotros, gracias Señor”, añadió Francisco.

El obispo de Roma le pidió a los jóvenes que entiendan que la vida no es fácil para muchos de sus coetáneos, más aún, que la desesperación “los empuja a la delincuencia, al delito, a colaborar con la corrupción”. Pidió “estar cerca de ellos con solidaridad, con amor, con esperanza”.

Para Francisco, acercarse y conocer a Jesús “es esperanza y fortaleza”, y detalló: “Necesitamos jóvenes con esperanzas y con fortaleza, ¡no queremos jóvenes debiluchos; que están así nomás, ni sí, ni no! ¡No queremos jóvenes que se cansen rápidos, que vivan con cara de aburridos! ¡Queremos jóvenes con esperanza y fortaleza, que conocen a Jesús y conocen a Dios, y tienen un corazón libre!”

El Santo Padre volvió a pedirle a los jóvenes que se esfuercen en vivir “contracorriente”. Les pidió que relean las bienaventuranzas, porque son “el plan de Jesús para nosotros”.

“En ese plan contracorriente, Jesús llama ‘felices los que tienen alma de pobre’, aquellos que tienen la capacidad de comprender y acercarse al pobre, de afligirse por el dolor de los demás. Lean las bienaventuranzas, en el capítulo quinto de san Mateo. Léanla y medítenla, que les va a servir”, sentenció.

Francisco deseó un corazón libre para los jóvenes. Antes de dar la bendición, recordó que un sacerdote le dijo días atrás, en broma, que el “lío” que pidió a los jóvenes genera problemas que tienen que arreglar ellos. Luego de contar esto, reiteró su receta pastoral para ellos: "Hagan lío, pero también ayuden a ordenar y organizar el lío que hacen. Hagan lío, y organícenlo bien".

“El lío que nace cuando Jesús es mi fortaleza”, aseguró el Papa. Antes de partir, improvisó una oración que pidió rezar de manera personal. Allí dijo: “Señor Jesús, te doy gracias por estar aquí, porque me diste hermanos como Liz, Manuel y Orlando. Te doy gracias porque me diste muchos hermanos que son como ellos, que te encontraron, Jesús, que te conocen, y saben que vos, que su Dios es su fortaleza”.

“Jesús –agregó-, te pido por los chicos y chicas que no saben que vos sos su fortaleza, y que tienen miedo de vivir y de ser felices, que tienen miedo de soñar. Jesús, enseñanos a soñar cosas grandes, cosas lindas, que aunque parezcan cotidianas engrandezcan el corazón. Danos fortaleza, un corazón libre, esperanza y amor, y enseñanos a servir. Amén”.

“Recen por mí y por tantos chicos que no tienen la gracia que tienen ustedes de haber conocido a Jesús, que les da esperanza, les da un corazón libre y los hace fuerte. Y que los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, fue lo último que Francisco dijo antes de abandonar la Costanera y dirigirse al monumento por la quema del supermecado Ycuá Bolaños y de allí al aeropuerto.+

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