Cada fragmento de vidrio, cada oración que entregamos, un mate cebado y alguna cosita dulce que acercan todos los lunes las colaboradoras, hacen que el Vitral en Honor al Señor de los Milagros de Mailín avance a pasos muy firmes. Cada vez falta menos, para llegar al momento en que lo veamos emplazado en la Parroquia. Mientras tanto, les pedimos que nos ayuden rezando, así el Señor guía y cuida las manos de los que semana tras semana trabajan en el taller.
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